OTERO DE HERREROS

Pueblos

Otero de Herreros

Otero de Herreros es un pueblo segoviano que se asienta en la falda norte de la sierra de Guadarrama, a 1145 metros sobre el nivel del mar. Enclavado en una situación próxima a una encrucijada de vías y caminos que facilitan su expansión y comunicación, concretamente en el kilómetro 75 de la N-603. Un monte de esta sierra denominado "carmocho", guarda a OTERO DE HERREROS cariñosamente en su seno.

A tan sólo 20 kms de Segovia y 75 de Madrid, sus buenas comunicaciones con ambas ciudades le hacer ser un punto privilegiado para vivir o instalar una segunda residencia. Sobre un terreno serrano, peñascoso y ondulante, la piedra de granito que encontramos en la sierra del Quintanar va dando paso a terrenos calizos conforme descendemos a la llanura. Pinos, encinas, fresnos y chopos salpican el paisaje serrano junto con otras especies de menor tamaño como tomillos, cantueso, jaras, retamas, etc.

Limita al norte con Fuentemilanos, al sureste con Los Ángeles de San Rafael, al suroeste con Vegas de Matute y al sur con el "alto del carmocho", cima que se extiende para dar paso a otras montañas, algunas tan conocidas en Segovia como "la mujer muerta", y que dibujan un paraje natural de marco incomparable a lo largo del camino por la provincia.

En la era romana, allá por los años en que se construía el acueducto de Segovia, en un lugar inmediato al que hoy ocupa, hubo otro primitivo con el nombre de Ferreros, nombre dado sin duda, porque sus habitantes ejercían la profesión de herreros, explotando los yacimientos de hierro en tiempos de los romanos y cuyos restos hoy en día, pueden contemplarse; un inmenso escorial, zanjas, pozos, minas y otros restos más que el tiempo y abandono se ha ido encargando de su demolición. Sirva como ejemplo la llamada zona de "casaminas" donde un gran número de grutas que datan de esta época romana aún perduran hoy en día y que cuentan los viejos del lugar que durante la Guerra Civil comunicaba los municipios de Otero de Herreros con Vegas de Matute.

Pueblo sufrido, pueblo fuerte, debió ser aquel que, de las entrañas de la tierra y con medios rudimentarios, sacaba y luego fundía el hierro para la reja de los arados "romanos". Debido a los sombrío y húmedo de ese primitivo valle, sus habitantes lo abandonan y trasladan sus casas a un cerro aislado, y de ahí lo llaman; OTERO DE HERREROS.

Al sufrido, expuesto y agotador trabajo de la mina, lo va reemplazando la dedicación a la agricultura y la ganadería, cuyas riquezas le han venido dando vida durante muchos años, pero hoy en día el futuro de Otero se encuentra en los sectores de la construcción y la ganadería, sin despreciar los anteriores.

Su fisonomía va cambiando y convirtiéndose en un pueblo veraniego, pues su privilegiada situación geográfica y la mejora de sus infraestructuras tales como asfalto, alumbrado, piscinas municipales, nuevo pantano, la construcción de chalets, etc , potencian la comunicación con los pueblos y ciudades de alrededor.

Durante siglos el duro trabajo de los materiales con que ha formado su cuerpo Otero y la larga tradición que ha formado espíritu, ha hecho libre y bello a un pueblo que afronta con valentía su futuro.

El nombre de la localidad hace referencia a un cerro aislado que domina la zona (Otero) y a las personas que trabajaban el metal (Herreros). Se dice que ya en la época de los romanos se extraían y fundían metales en la comarca, hecho del que quedan aún vestigios: emplazamientos de hornos de fundición, pozos, zanja principal, galería de desagüe y un gran escorial.


Restos románicos Ermita románica de San Pedro-Paraje de Ferreros
El marqués de Mondejar, cuenta en su libro "Noticias Genealógicas del Linaje de Segovia", escrito en 1690, que Otero se fundó entre los años 1460 y 1480. " El año de 1480- relata el marqués- habiéndose despoblado el lugar de Herreros por su mal temple, húmedo y sombrío, por estar situado en valle y pasándose su vecinos a vivir en un alto,a menos d eun cuarto de legua de él, aunque fuera de su término, en el común de la ciudad, en que en atención al sitio a que se había mudado y al que llamaron Otero de Herreros ".

Entre las ruinas de este lugar de Ferreros se encuentran restos de su iglesia románica, dedicada a San Pedro Apóstol, marcándose perfectamente en sus alrededores los restos de sus casas y cimientos.

El Arcipreste de Hita dejó constancia de su paso por este lugar en su "Libro del Buen Amor".

Los restos romanos afluyen como una legión de fantasmas que desfilan en una formación imposible por la calzada romana que se encuentra en una de las salidas del pueblo. Dos mil años de olvido sobre sus tramos arrancados que se desvanecen hacia la nada, por los que hoy transitan las ovejas. Cabe destacar, asimismo, las minas que fueron explotadas por la Roma de Augusto, en lo que se conoce como el "Cerro de los Almadenes" o lo que es lo mismo "Colina de las Minas". Geológicamente, toda la zona es muy rica en cuanto a la acumulación de mineral se refiere: hierro, cobre, plata, níquel, plomo, zinc, oro, etc., conviven en una amalgama que se conoce con el nombre de escoria, cuyo volumen primitivo se estima que fue de 50.000 m3 aproximadamente. Las escorias son negras, pesadas, de grueso formato, conteniendo, sobre todo, una fuerte proporción de hierro. Mezcladas entre las escorias están esparcidas vasijas antiguas, ladrillos calcinados y fragmentos de lingotes de mineral. Hoy día, aún pueden verse el escorial, los pozos, las galerías de desagüe, los emplazamientos de los hornos de fundición entre los escombros del vertedero local.

Restos de los hornos

El profesor Claude Demargue de la Universidad de Toulouse (departamento de Arqueología y Metalurgia antigua) que a principios de los 70, hizo un estudio sobre el Cerro de los Almadenes, llegó a la conclusión de que los numerosos fragmentos de ladrillo escorificado que encontró, provenían del revestimiento interior de los hornos de fusión que licuaban el mineral, cuyos restos se encuentran situados sobre la plataforma superior del cerro, donde se beneficiarían, por la tirada, de fuertes corrientes de aire que dispersarían los humos nocivos. También se encontró una mesa de molienda, en la que previamente se preparaba el mineral, aplastándolo, antes de su fusión en los hornos. Este sistema de trituración se remonta a la Edad del Bronce, y en la época romana se emplea, sobre todo, para moler el mineral aurífero.
Es de destacar la cerámica aretina, que fue encontrada mientras se realizaban estos trabajos que hacía pared de mina, correspondiente a la época imperial.


Tiempos pasados – Orígenes

El nombre original de Otero de Herreros fue Ferreros (hierro en latín), el antiguo pueblo cuyas ruinas aún se alzan en una desviación del camino a Valdeprados y que fue abandonado, por las condiciones insalubres que presentaba, hacia finales del Siglo XV(1460-1480), como consta en el libro del Marqués de Mondéjar "Noticias Genealógicas del Linaje de Segovia", ubicándose el nuevo pueblo en un alto u otero. Se pueden ver el paredón carcomido y destrozado de lo que fue en su día la iglesia románica de San Pedro, marcándose en sus alrededores los restos de casas y cimientos que fueron visitadas y sirvieron de posada al Arcipreste de Hita, como reza el Libro del Buen Amor.


Otero de Herreros encierra en su significado toponímico las claves que definen el lugar. El trabajo de la herrería se asoció, desde antiguo, a conocimientos que pasaban de padres a hijos, atribuyéndoseles un carácter casi de magia o hechicería, viviendo apartados de los demás. Los orígenes de la metalurgia se pierden en la noche de los tiempos, y en la II Edad del Hierro, ya la practicaban los pueblos celtas de la península, cuya perfección era conocida por los romanos. Los vacceos, arévacos, vetones, pueblos de origen celta que dominaron los páramos, sobreviviendo a los duros inviernos de estas tierras, y que fueron romanizados y esclavizados, provenían del tronco indoeuropeo común, y trajeron con ellos el trabajo de la metalurgia y un sistema de vida basado en el ganado y en la búsqueda de pastos con la consiguiente trashumancia, como así parecen demostrarlo los restos de grandes mastines que se han encontrado en algunos castros de localidades cercanas y cuyos pobladores fueron los mismos que en Otero (castro de "Las Cogotas", provincia de Ávila), que serían empleados para éstos fines. Estos pueblos prerromanos convivieron con la magia y la muerte, convirtiéndolas en diosa lunar cuando celebraban danzas en su honor, mientras los huesos de sus caudillos y jefes eran blanqueados por los buitres y el sol en lugares que devoró la memoria

 

 

 

Fuente:

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no oficial

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