El esquiador segoviano fue uno de los campeones de España que se recordaron en el último homenaje a Fernández-Ochoa
Jesús Martín Merino vino al mundo el primer día del año 1927. Su nacimiento, en la estación blanca, quizá fuera un guiño del destino para guiarle hacia la nieve, un elemento que acabaría siendo principal en su biografía. Siendo el segundo de nueve hermanos, pronto tuvo que buscar trabajo, y lo encontró en la famosa Venta Arias, uno de los primeros establecimientos que se crearon en Navacerrada. A falta de otro medio de locomoción para subir y bajar el puerto en invierno, el jovenzuelo de Valsaín tuvo que aprender a esquiar. Para él los esquís fueron, inicialmente, un medio de transporte.
A pesar de ser autodidacta, en poco tiempo se convirtió en un experto esquiador. Tanto es así que, un día, el famoso Pepe Arias le animó a que se inscribiera en una prueba contrarreloj que se celebraba en Navacerrada. Martín Merino ganó a todos sus rivales con suma facilidad, iniciando así una brillante carrera que habría de darle infinidad de triunfos, tanto en España como fuera de ella.
Tras su estancia en la Venta Arias estuvo casi tres años en la Brigada Topográfica, cuyos mandos le enviaron al puerto de Cotos. Allí, una vez por semana, debía hacer tres viajes a Navacerrada. Uno, a por leche; otro, a por pan, y un tercero a por carne. Esta experiencia le permitió mejorar su preparación física, y Merino, que así era conocido en el mundo del esquí, comenzó a obtener buenos resultados.
En la Navidad de 1952 se proclamó vencedor del II trofeo Pasadoiro. “No tuvo enemigo que le inquietara a lo largo de la prueba”, explicaba, días después, “Marca”. Posteriores triunfos no hicieron sino ahondar su pasión por el deporte del esquí de fondo, que se convirtió en fundamental para su vida. Poco después de casarse con Hilaria hubo de superar la prueba definitiva. Quería ir a una carrera que se celebraba en los Pirineos, pero los directivos de la Fábrica de Vidrio de La Granja, donde trabajaba por entonces, decidieron no darle permiso. Y Merino optó por el esquí.
Desde esa fecha, el esquiador de fondo coleccionó victorias, algunas tan importantes como el campeonato de España de 1956, que se unieron a otros triunfos en torneos regionales y de relevos, además de destacadas actuaciones en competiciones en las que participaban esquiadores franceses y españoles.
Su única hija, María Luisa, resalta ahora el “material primario” utilizado por Merino para la práctica del esquí, ya que corría con pantalones de tela y un sencillo jersey, y sin guantes ni gafas, esfuerzos por luego tuvo que pagar caros. En los últimos años de su vida, tal y como recuerda María Luisa, había perdido gran parte de la visión debido a que tenía la retina quemada por la reverberación de la nieve.
A juicio del historiador Juan Manuel Santamaría, los éxitos de Merino propiciaron la explosión del esquí en Segovia durante los años 50 y 60. Llegado el momento de la retirada, Merino se convirtió en socorrista, el primero que hubo en Navacerrada, y gracias a su trabajo pudieron salvarse numerosas vidas de esquiadores que practicaban el esquí en la Sierra de Guadarrama. Más tarde ejerció como entrenador de esquiadores de fondo y profesor de esquí. En esta última labor, se encargó de iniciar al Príncipe Felipe, que en su infancia subía con regularidad a Navacerrada acompañando a sus padres. La prensa deportiva segoviana, en reconocimiento a sus méritos, le hizo entrega en el año 1970 del premio a la ejemplaridad deportiva.
Incansable trabajador, a mediados de los años 70 se empeñó en que vinieran a Navacerrada expertos franceses para enseñar a los profesores españoles, que así pudieron aprender las modernas técnicas que se usaban entonces en Europa. Y, aunque ya jubilado, su relación con el esquí continuó prácticamente hasta su muerte, acontecida de forma repentina en 2004.
Ficha personal
Nacimiento: Valsaín, 1 de enero de 1927
Trayectoria deportiva
1950. Campeonato de Castilla de esquí de fondo.
1952. Primer clasificado en el II Trofeo Pasadoiro (15 kms.)
1954. Primer clasificado en los III Campeonatos Universitarios.
1955. Primero en campeonato internacional de Bàreges (18 kms.)
1956. Vencedor VI campeonatos franco-hispano-andorranos.
1957.Título de entrenador nacional.
1960. Campeonatos nacionales de relevos.
1961. Prueba internacional de fondo del “Diario de Madrid”.
1963. Medalla “Cristóbal Fuertes”
1967. Trofeo “Manuel Mancebo”
1970. Placa de ejemplaridad deportiva, en Segovia.
1971. IV Trofeo veteranos “Eleuterio Arias”
1994. Primer clasificado de su categoría en campeonato de veteranos de Candanchú
Fuente: El Adelantado de Segovia
Guillermo Herrero – Valsaín
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